El sector forestal en México es uno que, por años ha sido dado por sentado, sin que realmente veamos cambios significativos.

Somos un país privilegiado respecto a las especies vegetales maderables con las que contamos. Oyameles, pinos, encinos, caobas, y muchas más cubren más de 660 mil kilómetros cuadrados de la superficie nacional. (Biodiversidad mexicana, 2020).

Sin embargo, según datos de la UNAM (2019), al año perdemos al menos 500,000 hectáreas de zonas forestales.

Si bien, la enorme riqueza vegetal de este país ha representado para nosotros una ventaja por muchos años; permitiéndonos exportar madera de caoba y otras especies a países como Estados Unidos, Además de permitir el desarrollo de las comunidades, donde es el principal recurso para la fabricación de herramientas, muebles, artesanías y más.

La situación actual del mundo nos obliga a pensar de forma compleja, y a pensar en formas sustentables de seguir aprovechando tan valioso recurso. La reforestación, como herramienta, será importante en un modelo de economía circular; donde podamos devolver al planeta, todo lo que nos proporciona. La reforestación se vuelve esencial, en una sociedad cada vez más azotada por los efectos del cambio climático, o la mala calidad del aire que ha derivado en más de  una contingencia ambiental. Según datos de la OMS (2019) para gozar de una calidad del aire idónea, requeriríamos al menos un árbol por cada tres personas.

La estrategia debe ir más allá de derivar cierta cantidad de árboles algunas veces al año, debe hacerse de forma más estructurada; involucrando a las comunidades y ejidos, como los protectores centrales de las zonas forestales.