De acuerdo a la Comisión Nacional contra las Adic­ciones, la salud mental se define como un estado de bienestar por medio del cual los individuos reconocen sus habilidades, son capaces de ha­cer frente al estrés normal de la vida, tra­bajar de forma productiva y fructífera, y contribuir a sus comunidades.

No debemos dejar pasar que el impac­to post COVID 19 agudizó la ansiedad y la depresión en las personas, temas que de­ben atenderse ya que la salud mental tie­ne que ver con un estado de bienestar y en éste se ven involucrados la persona, la so­ciedad, la cultura que influyen en el pensad sentir y actuar del individuo.

Por ello, recientemente se insistió en la propuesta de Reforma a los Art. 73, 73 BIS, 74, 74 BIS, 75 y 75 BIS de la Ley General de Salud, donde se plantean primeros auxi­lios psicológicos para las familias y perso­nas cercanas para manejar los periodos de crisis de las personas que requieren servi­cio de salud mental y adicciones y, que no causen daños a estas personas y a las fa­milias.

La salud mental puede afectar en la sensación, percepción y manifestación de inseguridad, desesperanza, rápido cambio social, riesgos de violencia y problemas que afecten la salud física; si atendemos este rubro se incide favorablemente en relaciones de calidad con las personas del entorno, estado de bienestar constante y proyectos para el futuro, mejor la calidad de vida de los individuos.

Desde el Senado de la República insis­timos en reformas a La Ley General de Salud, con atención a las problemáticas de ansiedad y depresión que se acentuaron en esta etapa post COVID, donde en el te­ma de salud mental deben garantizarse servicios de calidad y proteger los dere­chos humanos.

Las reformas a esta iniciativa son para fortalecer la coordinación interinstitucio­nal entre los entes de salud estatales y municipales con los organismos sociales y privados para la prevención y tratamiento de la ansiedad y la depresión como prioridad.

El asunto hay que ponderarlo y, como reflexión les comparto que las organiza­ciones de salud sitúan a México en el sex­to lugar de riesgo global de enfermedades mentales como consecuencia de los efec­tos post COVID.

Finalmente es necesario recordar que para mantener una buena salud mental se recomienda tener buenos hábitos alimen­ticios, no consumir alimentos procesados industrialmente; realizar ejercicio con re­gularidad, la actividad física y el deporte don de suma importancia; conservar buenas relaciones interpersonales; evitar el tabaco y el consumo de alcohol; dormir bien; realizar actividades sociales, recrea­tivas, culturales y fomentar el hábito de la lectura.

No debemos dejar pasar que el impacto post COVID 19 agudizó la ansiedad y la depresión en las personas, temas que deben aten­derse ya que la salud mental tie­ne que ver con un estado de bienestar y en éste se ven involu­crados la persona, la sociedad, la cultura que influyen en el pensar, sentir y actuar del individuo