Tres han sido los momentos claves para la construcción de la democracia y las libertades en México: la Independencia, la Reforma y la Revolución, que representan las grandes transformaciones sociales en la historia con avances importantes en la inclusión y la tolerancia.
Cada movimiento aportó lo necesario para la defensa de los pobres, la abolición de la esclavitud, la separación del poder clerical del poder civil, así como la defensa de nuestro territorio y la participación del pueblo en las actividades políticas rompiendo con ese sesgo a favor de las élites liberales o conservadoras.
Estas etapas, sustento de lo que hoy vivimos, sentaron las bases de la Cuarta Transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador con un Proyecto de Nación que busca la procuración de la justicia social y el respeto a nuestra soberanía nacional.
Es en este terreno de la democracia, donde la Cuarta Transformación le da voz al pueblo, sustentado en ese ideal con el que nació la revolución maderista de 1910; tal como lo expresa el presidente López Obrador “ahora no se impone nada, se manda obedeciendo, se respeta la Constitución, hay legalidad y democracia, se garantizan las libertades y el derecho a disentir; hay transparencia plena y derecho a la información, no se censura a nadie; no se violan los derechos humanos, el gobierno no reprime al pueblo y no se organizan fraudes electorales desde el poder federal”.
Sin duda, a 4 años de distancia de la llegada a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador ha dado muestras de que el poder público ya no representa, como antes, a una minoría; se le ha dado voz a todas las mexicanas y mexicanos de todas las clases, culturas y creencias.
Otros principios de esta Cuarta Transformación que le da continuidad al movimiento revolucionario se centran en la austeridad, la autoridad moral, el combate a la corrupción y la impunidad; se inició una férrea lucha para erradicar los fueros y privilegios.
Es la conmemoración de esta Revolución Mexicana la que pondera la fuerza del pueblo, porque éste pone y quita haciendo valer sus derechos y garantías de depositar la confianza en gobernantes a quienes se le exige un buen actuar y, sobre todo, la representación de los intereses ciudadanos por encima de cualquier interés privado.
El presidente Juárez lo dijo “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, las y los mexicanos no somos un grupo, somos todas y todos; esperanzados en esta transformación que construya las condiciones para vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitaria y fraterna.