Ante un panorama nada alentador del cambio climático provocado por la deforestación, la contaminación y la destrucción de la flora y la fauna, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) implementó una estrategia para hacer frente a esta problemática ambiental que vive el mundo.
Un esquema de acciones durante un decenio que se extiende de 2021 al 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, que implica un período de emergencia para salvar al planeta, representando la última oportunidad de actuar ante un cambio climático catastrófico, de acuerdo a apreciaciones diversas de los expertos en la materia.
El gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador implementó el programa Sembrando Vida que busca atender las dos problemáticas más preocupantes en ese contexto: la pobreza rural y la degradación ambiental; de tal manera que sus objetivos se focalizan al rescate del campo, a la reactivación de la economía local y al tejido social en las comunidades.
Este programa gubernamental busca contribuir al bienestar social de sembradoras y sembradores con ganas de ser autosuficientes en materia alimentaria, a través de acciones que favorecen la reconstrucción del tejido social y el cuidado del medio ambiente con la implementación de sistemas productivos agroforestales que generen recuperación económica.
De esa manera, se atienden las dos problemáticas que tienen que ver con el rescate de la Madre Tierra, referido en el Decenio de la ONU: la pobreza rural y la degradación ambiental, con ello se busca rescatar el campo, reactivar la economía local y la regeneración del tejido social, principalmente en las comunidades.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, con este programa de reforestación, ha destinado mil 200 millones de dólares, mientras que en Estados Unidos sólo invierte 300 millones de dólares al año; ello se traduce en más de mil millones de árboles en un millón de hectáreas beneficiando a 420 mil sembradores.
Debemos generar un movimiento mundial para restaurar la Madre Tierra; debemos unir esfuerzos, más allá de lo que implica las cifras en materia de la devastación de nuestros ecosistemas.
Solo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte, generando conciencia en lo que representa el planeta como un ente de derechos, como se planteó en México desde el Senado de la República junto con iniciativas respaldadas en mecanismos para concretar economías más sostenibles y que funciones para la productividad, pero también para cuidar nuestro entorno, logrando la armonía entre la naturaleza, el desarrollo social y la tierra.