Ante el problema de la escasez del agua en muchos lugares de nuestro país, tenemos que buscar nuevas fuentes de abastecimiento e implementarlas en nuestra vida diaria.
De acuerdo a datos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre 12.5 y 15 millones de habitantes no tienen acceso a agua potable en México, y paradójicamente a nuestro país está situado como el 5to país mayor consumidor de agua en el mundo, 366 litros de agua por día per cápita.
El principal uso es para las actividades agrícolas (76%), seguido del abastecimiento público (14.4%); en tanto, la escasez de agua afecta aproximadamente al 40% de la población mundial.
La región de Asia y el Pacífico es la que concentra el mayor porcentaje del agua dulce, el 36 % mundial; en el mundo hay al menos 2000 millones de personas que utilizan una fuente de agua para consumo humano contaminada con heces.
La población, en general, vive una circunstancia lamentable ante la escasez del agua, ponderando que es el recurso natural más preciado porque si no hay agua no hay vida humana.
En el caso de nuestro país, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha fortalecido programas para impulsar estas acciones a través de instancias como la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y el esquema denominado Programa Nacional para Captación de Agua de Lluvia y Ecotecnias en Zonas Rurales (PROCAPTAR), dado que es en este sector donde se registra el mayor consumo del vital líquido.
No obstante, la normatividad existente, hay que reconocer que prevalecen problemas como los hábitos y prácticas en el uso del agua, que son elementos que fomentan el desperdicio, la dificultad de los municipios para satisfacer en cantidad y calidad los servicios de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales además de las malas condiciones de la infraestructura.
Por ello, se deben frenar las prácticas que agudizaron el problema de abasto del vital líquido, ya que en sexenios pasados se entregaron 5 mil 300 concesiones de agua en nuestro país a empresas extranjeras que se dedican a producir granjas avícolas, porcinas y ganaderas, que representan millones de metros cúbicos de agua con la que no cuenta la población en general.
Sin olvidar que compañías refresqueras también se vieron beneficiadas con cerca de 51 concesiones, agudizando incluso problemas colaterales porque en lugar de agua la población la sustituye por esas bebidas azucaradas en municipios indígenas, en inspectorías, rancherías y juntas auxiliares que, para saciar la sed, las consumen.
Es un tema delicado pero impostergable atenderlo, porque los recursos naturales no tienen partido, no se trata de una disputa pues todas las mexicanas y mexicanos debemos comprometernos a su racionalización y cuidado para el bien de las presentes y futuras generaciones.