El abuso en los fideicomisos es de pena nacional. La burla es que haya senadoras y senadores que defienden esos esquemas de corrupción apostando a que la verdad no saldrá a flote.

El uso indebido de la figura del fideicomiso dio vida a un esquema de simulación y desvío de millones de pesos que generó un beneficio ilegal para sus creadores. En tres sexenios -entre 2000 y 2018- se canalizaron 3.8 billones de pesos a fideicomisos en forma discrecional.

Con la desaparición de los fideicomisos, el Congreso de la Unión ha puesto fin al saqueo.

Es necesario anotar que en ese esquema irregular no tuvieron participación investigadores, artistas, deportistas ni muchos sectores más que seguirán recibiendo los recursos económicos que les correspondan.

En los gobiernos anteriores se puso en operación un entramado de intereses, durante los cuales nació y creció también exponencialmente la operación de las empresas factureras, que emitieron nueve millones de facturas de actos inexistentes, una gran parte para ‘justificar’ millones de pesos de los recursos desviados de los fideicomisos.

Por esa manga ancha en que operaban, sin reglas claras ni fiscalización suficiente, los fideicomisos siempre fueron foco de atención del Presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, que incorporó el tema desde el inicio de gestión a los compromisos de su gobierno, para combatir la corrupción.

A su vez, nuestro coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Montreal, nos convocó a legislar sobre el tema preservando los derechos de los sectores beneficiarios, pero deshaciendo los esquemas de complicidad.

Año con año los recursos fueron dirigidos directamente a los fideicomisos y por tanto no quedaron etiquetados en la Ley de Ingresos. La Auditoría Superior de la Federación detectó múltiples fallas en su operación y hay varios ejemplos de muestra.

En el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) se produjeron desvíos de fondos por más de siete mil millones de pesos. A la titular del Consejo, María Elena Avarez-Bullya, ha correspondido dar los detalles, ante la ola de información falsa generada de manera dolosa.

En materia de ciencia un proyecto de inodoro inteligente que costó cerca de dos millones de pesos, resultó un fraude, toda vez que ya existía en el mercado e incluso con mejores características.

Otra muestra del uso indebido de recursos en el sexenio anterior lo constituye la creación de un fideicomiso para el proyecto Playa Espíritu, en Sinaloa, en el cual el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) invirtió mil 400 millones de pesos y hasta la fecha no se ha podido vender un lote del desarrollo.

En el el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) se benefició con más de 400 millones de pesos a 444 creadores, pero en la relación de dinero entregado aparecen funcionarios, familiares y ‘colegas’ que han tenido becas vitalicias del gobierno federal.

El abuso es de pena nacional. La burla es que haya senadoras y senadores que hacen la defensa de esos esquemas de corrupción apostando que la verdad no saldrá a flote.

Lamentablemente muchos sectores que pierden privilegios creen que pueden seguir engañando. Lo que en realidad se acaba es el arte de desaparecer el dinero público.