Como Nación estamos en vías de recuperación con la Cuarta Transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, separando el poder político del poder económico para poder lograr que el gobierno sirva a todas las clases sociales para sentar las bases de un país soberano en materia alimentaria, energética y económica en un marco de justicia social.
Ese el objetivo central del humanismo que menciona el presidente López Obrador, traducido en un país con la infraestructura necesaria para el desarrollo y con un rostro social a través de la bioética que atienda los derechos humanos fundamentales como la vida, la salud, la educación, la alimentación y el derecho a la identidad, entre otros.
Y en cada estado de la República Mexicana se debe contribuir a la construcción de ese legado pues somos parte de la Nación. Los poderes públicos, los órdenes de gobierno en sus tres niveles, el Poder Legislativo y el Poder Judicial, tienen una tarea en el marco del fortalecimiento del Estado Mexicano que, en términos de la Cuarta Transformación, implica esta tesis que el Presidente de la República plantea como Humanismo Mexicano.
En este contexto, en el marco de la Agenda Legislativa, los grupos parlamentarios de la Cuarta Transformación en el Senado de la República, hemos implementado con las reformas constitucionales a lo largo de 4 años, un acompañamiento que le han dado fortaleza y consolidación a la atención de los principales temas sociales a favor de las y los mexicanos.
De manera personal, en un paralelismo que comparto con el presidente López Obrador, realicé mi tesis doctoral sobre la bioética social como expresión de los países emergentes para atender los derechos fundamentales de los seres humanos.
Ese es el humanismo que estudio en mi doctorado y que he plasmado en un documento titulado “Por amor a Puebla” a través de una proyección del estado, de cara a los compromisos de la Agenda 2030 que tiene nuestra Nación con la comunidad internacional para el desarrollo sostenible a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, con el objetivo de fortalecer el acceso a la justicia social.
Y es ese humanismo mexicano del presidente López Obrador el que nos permite visualizar un clima de confianza para este 2023 que estamos iniciando, donde las proyecciones económicas son alentadoras ante un escenario de justicia tributaria y del crecimiento de los ingresos a pesar del impacto de la post pandemia y de la crisis petrolera por la guerra entre Rusia y Ucrania.
En esa lógica, la estrategia de estabilizar el precio de los combustibles, evitó un incremento mayor de la inflación en nuestro país y contribuyó, sin duda, a la estabilización del peso mexicano; permitiendo que el país tenga solvencia económica.
La disciplina económica y financiera como Nación, le permite al Presidente de la República disminuir la deuda externa que creció brutalmente del 2000 al 2018 de 1.3 a 10.8 billones de pesos y, de manera trascendente, contundente y oportuna, el gobierno federal logra una renegociación de la deuda que va a permitir al próximo presidente pagar hasta el 50 por ciento del servicio de la deuda.
El panorama en este 2023 es alentador y promisorio en las expectativas de crecimiento y bienestar, pues esa renegociación lograda permitirá atender la salud, la seguridad y la reactivación económica abonando a un mejor clima de certidumbre y estabilidad social.