Más allá de la conmemoración de una fecha, el Día del Padre nos lleva a una reflexión en el contexto cotidiano de la convivencia, la formación de valores y de la responsabilidad que implica la crianza de las hijas y los hijos para construir mejores sociedades.
Aunque su origen data de 1910 en los Estados Unidos, desde 1950 como parte de una tradición de los centros escolares en México se celebra el Día del Padre el tercer domingo de junio; se trata de un reconocimiento a esa figura en el ámbito familiar.
Los datos del último Censo de Población y Vivienda 2020, detallan que en nuestro país hay cerca de 45 millones de hombres de 15 años y más; de ellos el 47 % se identificaron como padres de al menos una hija o un hijo que reside en la misma vivienda; siendo la edad promedio de los padres, los 45 años.
Sin embargo, la realidad de la paternidad es preocupante en lo que se refiere a la responsabilidad asumida ya que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 4 de 10 hogares en el país viven sin un padre, en 11.4 millones de familias, falta un padre, a su vez, el mismo censo indica que 53% de los mexicanos tuvo a su padre ausente o bien les dedicaban poco tiempo debido a cuestiones laborales extremas.
En ese contexto, es importante apuntar la importancia que tiene el acompañamiento de la figura paterna pues incide directamente en la manera en que las y los hijos se relacionan con su entorno, misma que puede traducirse en actitudes negativas, abandono de vida escolar, emociones encontradas y dificultad para adaptarse a las situaciones cotidianas.
Afortunadamente la corresponsabilidad en la formación de las y los hijos se va adaptando de acuerdo a las diversas circunstancias para lograr una sociedad justa entre mujeres y hombres, independientemente del impacto que se tenga por cuestiones de divorcio, separación, viudez o abandono.
La paternidad responsable, rompe con esos estereotipos donde el hombre era solo el proveedor, para dar paso a un rol responsable en la crianza, formación y desarrollo de los pequeños a través de un involucramiento activo en las actividades cotidianas; tomando en cuenta la realidad de los cerca de 1 millón de hombres que son cabeza de familia, sin la figura materna.
Esa nueva paternidad responsable, sin duda, potencia el desarrollo humano de la niñez, mejorando su estructura emocional para lograr una vida productiva con valores y un acompañamiento para la consolidación de valores.
Por ello, desde el Senado de la República contribuiremos a las reformas que beneficien esa nueva manera de convivencia como la reforma a la Ley Federal del Trabajo para otorgar licencia de paternidad de 30 días laborables con goce de sueldo a hombres trabajadores por el nacimiento de sus hijos o en caso de adopción de un infante.